lunes, 25 de abril de 2022

Verano 1993, de Carla Simón

 La infancia es el tema principal de esta película, que atesora una gran virtud; es capaz de reflejar cómo se siente un niño en su infancia desde la adultez, de manera que el adulto actual puede retrotraerse a los sentimientos y experiencias que tuvo en la niñez -aunque sean diferentes a las narradas- con el punto de vista de entonces. Para mí es algo muy notorio. Por ejemplo, me viene a la mente la escena de la despedida de la ciudad de Frida, en el coche, y cómo una niña se despide de ella desde la calle (para siempre). Es ineludible experimentar nostalgia. O cuando Frida confiesa a Ana que "nadie me quiere"; esa es una sensación, me parece, que todo niño ha sentido: ser injustamente tratado o valorado, sentirse solo, la justicia no es correspondida.

La ambigüedad conque se retrata a Frida y por extensión a la infancia (y Ana) es digna de destacar: no es un período idealizado sino que se muestran los claroscuros, las experiencias postivas y negativas, sentir que no perteneces a ese mundo, etc.

Otro gran acierto del film es cómo refleja el tiempo detenido que sucede en verano a los niños, con tantos días de vacaciones, que parece que no vaya a terminar -aunque después lo haga-. El niño con un tiempo infinito por vivir.

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