(Escrito en 2013)
“- ¿No quieres descubrir cosas nuevas en lugar de volver a
reflexionar sobre lo que ya se ha reflexionado durante siglos? –preguntó
Gabriel.
Eso era hablar de la ciencia, la ciencia que todo lo conquista.
- Ese es el problema de los de tu calaña, obstinados en el mito del
progreso –replicó Danny-, vendidos a un trato faustiano.” (1)
El libro de la venganza
es una novela seductora, elegante, inteligente; que conquista poco a
poco para enseguida atrapar al lector y sumirlo en un estado de lectura
ávido. Emociona y hace reflexionar, también consigue que por unos
instantes nos olvidemos de la vida en presente, es decir, hace pensar en
experiencias, ideas que tenemos, quizá sueños,... pero el ahora
se borra de la mente. El toque intimista, y al mismo tiempo la forma de
narrar con el pecho al descubierto –o sin censura-, lo convierte en un
libro que sin duda hace que merezca la pena ser leído. Si bien es cierto
que con altibajos, mantiene un nivel notable, con algunos puntos
álgidos que estremecen sinceramente. El mayor valor de la obra es la
historia que se cuenta –y las informaciones paralelas a ésta-, que llega
en gran medida por esa forma de expresarse envolvente y hechizante, y
porque centra la importancia en temas universales, con los que todos
podemos sentirnos identificados. Uno de ellos es, creo (todos los
escritos están sujetos a interpretaciones propias del lector, que
estarán condicionadas en gran medida por las ideas y experiencias que
éste tenga en su aval), la intrascendencia de la vida. A partir de la
historia podemos notar un hálito impregnado de melancolía, y a su vez,
impotencia. Desde el momento que el ser humano es dado a luz su vida
será intrascendente: eso es así; por mucho que de niños y adolescentes
la imaginación vuele y juegue con hipotéticos tiempos futuros en dónde
somos capaces de convertirnos en lo que nos propongamos. Pues va a ser
que no. La vida es una mierda, y prácticamente todos los objetivos y
anhelos que tengamos serán dilapidados y se evaporarán, con mayor
consciencia conforme uno vaya ganando en edad. Incluso por mucho que
llegues a ser o conseguir, todo ello, visto desde una perspectiva
histórica, será obliterado en la memoria de las generaciones futuras, o
como máximo, sólo se tendrá una vaga consideración en las mentes del
populacho, probablemente errónea o cuando menos no totalmente veraz.
Este libro nos hace pensar sobre ello, con el añadido, que vemos, aunque
sea mediante la narración de determinadas etapas, cómo va cambiando el
espíritu del protagonista principal, Gabriel, y los que le rodean. Desde
la pasión, el aire soñador, a pesar de las adversidades, hasta la
resignación, el realismo; si bien es cierto que el final del libro abre
una ventana a la esperanza: y es que probablemente, nunca se logre
enterrar al niño que todos llevamos dentro, y en los momentos más
inesperados, surja del interior con extraña fuerza, y brevedad, para
transformarse en un espejismo, o en una especie de estado en trance. Muy
ligado a lo comentado, la obra también invita a reflexionar acerca del
ciclo de la vida: nacemos con inusitada energía y felicidad, para con el
transcurso de los años, convertirnos en seres resignados que en el
mejor de los casos, han falseado su vida hacia una supuesta
vocación en la que se sienten mínimamente más reconfortados. Una vida
llena de monotonía y encorsetada, que sigue las reglas y modas impuestas
por la sociedad (que a su vez puede ser manipulada por poderes fácticos,
y viceversa), si no en todos los aspectos, sí en los fundamentales: una
vida que conforme avanza se va haciendo más dificultosa, ya sea por los
golpes y sinsabores experimentados, el daño emocional sufrido, que hace
que uno se lo piense mucho para lanzarse a la piscina (en ocasiones
anteriores parecía estar repleta de agua, y en cambio, los leñazos
fueron considerables), o por las enfermedades que van llegando,
asociadas a la vejez y degeneración y finalmente decrepitud (¿o nos
convertimos en seres decrépitos mucho antes?). Enfermedades que en su
mayoría no se eligen (aunque sí cosas que hacemos tienen su influencia
en la adquisición de éstas), y van asestando cuchilladas que entierran
definitivamente el espíritu más jovial, si es que aún quedaba algún
atisbo. Una vida intrascendente en la que nos hemos empeñado en buscar
pequeñas trascendencias hasta rendirnos, que tendrá un final sin duda
triste y necesario y doloroso. Una vida intrascendente en la que la
mayoría de nuestras decisiones serán equivocadas y estúpidas y
fracasadas. Una vida intrascendente con pequeños momentos exultantemente
brillantes y divertidos y placenteros, y por añadidura, leves y
etéreos. Precisamente lo que resalta en la vida es la dureza, la
somnolencia y el sonambulismo que exige a los seres que la poseen, la
fatalidad antes de ser incluso concebida.
Tras lo cuál, en la
novela también se muestra y/o invita a pensar acerca del papel de la
familia, del rol de los progenitores para los hijos y viceversa, de la
sexualidad, del amor, de las relaciones con el resto de humanos, de la
casualidad y la causalidad, del rol de la ciencia y de la filosofía, de
la evolución y el progreso, de los caminos escogidos que determinan, en
gran medida, el futuro. Etc., etc. Rica y sencilla.
(1) The Book of Getting Even, Benjamin Taylor, 2008. Traducido por Aurora Echevarría y editado por Mondadori.
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