domingo, 23 de octubre de 2011

El ejército enemigo de Alberto Olmos

El libro comienza bien, con una primera y segunda frase que se pueden entender como un minitributo a Albert Camus y/o Michel Houellebecq:

“Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: “Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias”. Pero eso no quiere decir nada. Quizá fuera ayer.” (Inicio de El extranjero, Albert Camus)

“Mi padre murió hace un año. No creo en esa teoría según la cual nos convertimos en verdaderos adultos cuando mueren nuestros padres; nadie llega a ser nunca un verdadero adulto.” (Inicio de Plataforma, Houellebecq)

“Dijo que tenía algo para mí, por eso estaba aquel día de camino hacia la casa de mi amigo muerto. Su madre me lo dijo.” (Inicio de Ejército enemigo, Alberto Olmos)


Incluso logra su propósito de transmitir la mediocridad, la monotonía, la imperfección o la bajeza del ser humano. Además de la impostura reinante en la sociedad occidental: la contradicción y la hipocresía de la gente por fingir que se interesa por los demás, que se solidariza por los menos beneficiados en este mundo de azares; cuando lo único que hacen es adoptar una pose, y en algunos casos, tranquilizar sus conciencias. La novela avanza despacio con solidez, recordando en los primeros pasajes y las primeras páginas, un estilo houellebequiano; intercalando la narración de la vida del protagonista, un trabajador mediocre con una vida mediocre, con una visión crítica de la sociedad y del ser humano. En cambio, llega un momento que en mi opinión, se embarulla toda la trama, se pierde el hilo principal, nos vemos abocados a un exceso de modernez y a querer reflejar la realidad contemporánea con demasiado realismo (blogs, redes sociales, correos electrónicos, videos porno, sexo por internet, etc.): quizá no sea por esto por lo que falla la novela, además la idea es original e interesante (un amigo muerto le deja la clave de su email como herencia para que pueda hurgar), sino porque da la sensación de ser todo un poco caótico e improvisado y también de ser la trama algo débil. Desde este punto de vista, podemos afirmar que lo importante en este caso no es la acción, sino el mensaje contenido. Crítico, certero, políticamente incorrecto, nada maniqueo. Son opiniones, reflexiones, análisis argumentados, exposiciones que no deben dejar indiferente al lector; que tienen por objetivo hacer mirarse a uno mismo. Sobre las relaciones con los demás, el egoísmo innato a la condición humana, el poder del capitalismo, la manipulación que ejerce una herramienta que se ha vuelto fundamental como la publicidad, la ventaja del sexo femenino sobre el masculino, la identidad y la importancia que le otorgamos y cómo cuidamos de guardar nuestros secretos y nuestra intimidad, la hipocresía, incluso esquizofrenia –como se dice en la novela- de las personas que apoyan cierta causa solidaria para después irse de cena, de putas, de copas, etc. y olvidarse del asunto, si es que alguna vez pensaron en él, el idealismo de la pujante juventud para convertirse, con el paso del tiempo, en un molde de algo contra lo que luchaban, la bajeza moral/ética y falta de conciencia de políticos y ONGs y más gente que roba con descaro, la inutilidad de cualquier acción para intentar "cambiar el mundo a mejor" (y lo ridículo de la expresión), la mediocridad de la personas y la poca importancia de sus vidas, etc. Etc. En ese sentido, es un libro fértil, que invita a la reflexión; con el desenlace final da un contraste mayor a lo que pretende comunicar. Pero el timorato y hasta banal y poco verosímil argumento, le resta fuerza; creo que tampoco contribuye algún lucimiento suyo personal en el manejo del lenguaje que poco contribuye a dotar de interés el argumento, más bien lo contrario, hacen que pierda fluidez y agilidad, o el abuso de explicaciones de ciertos significados, la repetición de ideas en una misma frase, la sobreabundancia de aclaraciones de ciertos aspectos.



En cambio, me gusta mucho su inventiva y dinamismo para crear diálogos y hacer que funcionen, en la que en esta ocasión creo que se prodiga poco. Los diálogos son vida, un respiro, un cambio de ritmo que no deben desdeñarse así como así; contribuyen a coger oxígeno, a ganar en fluidez e interés si están bien escritos, y esto es algo que Olmos sabe hacer muy bien. Personalmente creo que Fátima es un filón desaprovechado por el autor, posiblemente también Eduardo; apenas son trazados, se centra demasiado en el protagonista y sus demonios, olvidándose del resto. Especialmente Fátima podría ser esa chica de la portada: activa, luchadora, positiva, inteligente, ingenua, con ganas de comerse el mundo. Y parece que lo es, pero nos quedamos con ganas de más.

En definitiva, no me ha parecido una obra redonda, ni mucho menos; creo que le falta fuerza, chispa y capacidad de despertar el sentimiento empático en el lector, además de un argumento con mayor consistencia. En cambio sí es en cierto sentido experimental y arriesgada, e incluso interesante, pero fallida al fin y al cabo. Tampoco por ello una mala novela. Quizá es que servidor esperaba más; creo que buena parte de la narración se pierde por recovecos intrascendentes. Ello no es óbice para reconocer que la novela, en sus altibajos, tiene puntos álgidos notables.

PS: también me parece advertir un guiño a su primera novela “A bordo del naufragio” con la referencia a Pessoa.

PS2: y muchas citas interesantes, como las del ¿ficticio? Zacarías Munt: "Saber la verdad no nos impide actuar como si no la supiéramos. Saber la verdad es inútil, lo único útil es otra realidad."

Título: Ejército enemigo
Autor: Alberto Olmos
Editorial: Mondadori
279 páginas

2 comentarios:

  1. Hola, yo acabé ayer de leer este libro, y coincido con algunos aspecto de tu lectura: interesante reseña.

    Me tengo que poner con la mía.

    saludos

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  2. Gracias David. Estaré atento a la publicación de la tuya.

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