miércoles, 23 de febrero de 2011

Habitaciones exiguas, de James Purdy

Antes de comenzar la novela no tenía ni idea de que el significado de una palabra cambiaría para siempre, ya que, tras la lectura esto es lo que ha ocurrido. El mito del afilador se amplia en esta obra, que bien se asemeja a un culebrón con los te quiero, no te quiero, te odio, te mato, mátame, etc. Para más señas: un culebrón protagonizado por maricas.

Sin embargo, es la palabra "lardero", su significado, el que ya no volverá a ser lo mismo. Lardero es aquél que hace jabón hirviendo cadáveres de animales. Bien, pues uno de los protagonistas es el "lardero", el afilador de tijeras; figura obscura y sombría donde las haya. Precisamente por esto, contribuye a ampliar el mito, la leyenda, el valor, de este palabro. Un ser vil, sucio, rencoroso, manipulador, resentido, negativo,... y al mismo tiempo aniñado, esperanzado, dulce. En realidad no es él el "lardero", sino el hijo del lardero, o siendo más preciso, el nieto. Y en cambio, sí es el "lardero" a efectos prácticos. Contribuye por su forma de actuar y con su forma de pensar a ampliar el mito que se ciñe sobre él.

Aparte, diré que es una novela que está escrita (o traducida) de forma sencilla, que dice mucho con pocas palabras; en ocasiones contradictoria y obsesiva; gira en torno a la homosexualidad, el sexo y el amor, y todo lo que esto conlleva. Lo cierto es que aunque a simple vista los personajes de relevancia podrían tomarse por cuerdos, una vez finiquitada la lectura te hace pensar que es improbable que así sea. Vamos, yo diría que están colgados. Entretenida y amena, a veces perturbadora e incluso cómica (la línea es muy delgada), quizá demasiado maniqueísta y manierista.

Título: Habitaciones exiguas
Autor: James Purdy
Traducción: Marcelo Cohen
Editorial: Montesinos (actualmente descatalogado)
210 páginas

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