lunes, 21 de octubre de 2019

Minnie and Moskowitz (Así habla el amor), de John Cassavetes

Lo primero que llama la atención es el bullicio de la ciudad y de qué forma tan magnífica es capaz de reflejarlo Cassavetes. Y es que el director hace un cine eminentemente urbano, frenético, incansablemente intenso. La intro del film, nuevamente, magnífica: vemos a uno de los personajes (Seymour Moskovitz) vivir de su forma tan particular (en el trabajo y en el ocio), todo a ritmo vertiginoso y desde una proximidad propia del director, como si estuvieramos allí con él. Pero es que lo que sigue, con la conversación de la otra protagonista (Minnie Moore) con su amiga sobre cine, sobre el amor, sobre la vida, no anda a la zaga (se quedan plasmadas dudas como si con el paso de los años se pierde la capacidad de ilusionarse y enamorarse, comentarios de por qué en el cine todo es mucho más sencillo y además cómo nos predispone en nuestras creencias sobre la vida, amargas quejas sobre la amargura que trae la soledad y/o ausencia de sexo, etc.). Y para ahondar en el shock que nos provoca esa intensidad, a continuación la escena de celos de su amante, que no duda en pegarle por llegar tarde y borracha, más lo que se desarrolla con posterioridad. Resumiendo: cine de la hostia.

A partir de esta larga introducción es cuando se desarrollará la historia de anti-amor, o de amor poco convencional, entre Seymour y Minnie. No sin antes dejarnos brillantes momentos como la escena en el restaurante con Zelmo donde ante una afirmación de éste contesta "nací en las cataratas del Niágara, Nueva York" (que mi memoria remite a París, Texas, de Wim Wenders). Los personajes que muestra Cassavetes están despojados de ese halo de ejemplaridad o fascinación vacua que se da en la mayoría de films, aquí nos deja claro que las personas tienen sus formas de hacer y pensar totalmente imperfectas y aborrecibles o encantadoras según la mirada del observador, muchas veces rayando en la locura o neurosis. Porque la relación que se establece entre Minnie y Seymour es contradictoria, de sí pero no, primero hay que vencer a las apariencias y las convenciones (en un momento dado Minnie le recrimina que no es la cara con la que había soñado), en apenas unas horas de convivencia tortuosa se encuentran, alejan y reencuentran, dejando mientras tanto imágenes patéticas o maravillosas, matices y detalles de esta extraña conexión. Pienso, por ejemplo, en la forma en que usa Minnie esas gigantescas gafas de sol: cuando siente vergüenza (generalmente de su acompañante) y quiere esconderse, y de hecho en una escena soberbia, Seymour le recrimina que se las vaya a poner: en la cafetería, tras obeceder a sus impulsos y llamar a Seymour para que se reuna con él, con los helados, y la maravillosa sonrisa (de enamorada, de sentirse querida y por añadidura exultante) de Minnie cuando éste aparece. Antes de ello le recriminará que se toma demasiado en serio a sí misma y ella misma profundizará en su forma de vivir ("ya no sonrío", "a veces me cuesta respirar", "me siento sola"). Porque pese al ritmo frenético de sus personajes, no deja de ser un film eminentemente conversacional. Otra escena icónica, por partida doble, es la del aparcamiento, cuando tras un rifi-rafe se ponen a bailar la música que suena de la camioneta, por un lado, y después cuando Minnie se encuentra con unos conocidos burgueses y ésta, en su impulso, intenta evitar que la relacionen con Seymour. Por no mentar la escena de la canción: ejemplo de cómo ser romántico (y no ñoño) mostrando a dos enamorados cantar, por la verdad que transmiten.

El epílogo, con la reunión de las madres de ambos personajes (que en la vida real eran las madres de Gena Rowlands y John Cassavettes) sigue la línea del resto del film: resulta regocijante cómo la madre de Seymour intenta echar por tierra la boda de su hijo diciendo que es un bobo, vago, conformista, pobre, sordo, etc. y que Minnie es demasiado guapa para él. Toda la conversación, desde el inicio (cuando la madre de Seymour saluda primero a la madre de Minnie, y le comunica lo alta que es) hasta el final es excepcional.

La coda, enseñando cómo esta extraña y loca relación de personajes al margen de la sociedad llega a buen término, da lugar al óptimismo: el triunfo del amor por encima de todo. (Aunque claro, cómo dicen en el propio film, la vida no es tan fácil como en las películas, incluso en ésta).



Se le podría achacar falta de verosimilitud, demasiados ajetreo, etc. pero no se puede negar que es una gran obra de autor. Y como anécdota al margen del argumento, me quedó grabado el U-turn en la conducción.

Valoración: 8/10




PS. ¡Qué magnífica actriz es Gena Rowlands! ¡Ella sola rebosa la pantalla!

PS2. Detalles de cineasta: aparte de los planos cortos en las conversaciones, llama la atención cómo Cassavetes enfoca en muchas ocasiones al que escucha en lugar de al que habla en dichos intercambios verbales: como queriendonos hacer ver que muchas veces expresa (informa) más fijarse en quien en escucha en lugar de en quien habla.

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