martes, 29 de octubre de 2019

Love Streams (Corrientes de amor), de John Cassavetes

Lo que más llama la atención del film una vez terminado es su excentricidad y la perspectiva desde la que se enfocan los sentimientos, además de, por supuesto, esos planos-enfoques de genio (por ejemplo, cuando Sarah y Robert hablan y sólo se ve a Sarah sentada en la mesa (lo demás está cortado por la puerta (ver video final)). El film de Cassavetes nos introduce lentamente, o más bien de súbito y prácticamente en una única faceta, primero la vida de Robert Harmon, que pareciera vivir en un harén de mujeres, sexo y lujuria; un ser obsesionado por la belleza y por el placer, y sin embargo consumido en su interior; ya que como se muestra muy claramente, las mujeres que habita lo hacen por estar a sueldo de éste. Este esnobismo, esta libertad tortuosa, se da en gran medida porque Robert es rico, no le falta el dinero; y aún así, en ese patetismo que sería la envidia de tantísimos hombres ("libertad sexual pagada") se dan momentos de brillantez, como cuando insiste en que todas las mujeres guardan un secreto o cuando trata de ligarse a la cantante de un club nocturno y acaba tirado en el suelo. Por otra parte tenemos a Sarah, a la que el director nos muestra en pleno litigio por el divorcio con su marido y la custodia de la hija de 14 años, que en un giro sorpresivo, decide que quiere quedarse con el padre. Lo que desemboca en el conocimiento del pasado en el psiquiátrico de Sarah. ¿Y qué tienen que ver Sarah y Robert, introducidos en pantalla por separado, como en otros films de Cassavetes? ¿Serán antiguos amantes? Pues hasta bien entrados en el largo no nos damos cuenta de que son ¡hermanos!; magistralmente ocultado y revelado por el director.

En este entramado tortuoso y extraño observamos un espectáculo que a su vez, da pie a reflexionar, por ejemplo, sobre la locura y si nos atrevemos a (de)limitar sus límites, sobre el poder del dinero para tener una vida esnob y en cambio en muchos momentos infeliz, sobre las complicadas relaciones entre padres/madres e hijos/hijas, sobre el egoísmo de los seres humanos, sobre el amor (en el film se pregunta: ¿amar podría ser un arte?) o sobre las relaciones entre hermano y hermana.

Hay una escena especialmente conmovedora, seguida de otra, de tal belleza y nobleza, que por ellas mismas ya merecería la pena el visionado del largometraje. Me refiero a cuando Robert queda con la madre de la cantante del club (que en otra ocasión cuidó de él) y baila con ella y le hace sentir la mujer más maravillosa y atractiva del mundo, porque a los viejos también les gusta sentirse deseados y bellos. Al unísono, Sarah, que se siente mal, decide irse a una bolera y jugar a los bolos ella sola, donde de nuevo, y con la ayuda de un desconocido, vuelve a sentirse una mujer poderosa y eufórica. Porque y aunque a veces tendemos a olvidarlo: sentirse querido y deseado da inusitada fuerza a dicha persona.



Sin duda Corrientes de amor es una película única.

Valoración: 7,25/10

lunes, 21 de octubre de 2019

Minnie and Moskowitz (Así habla el amor), de John Cassavetes

Lo primero que llama la atención es el bullicio de la ciudad y de qué forma tan magnífica es capaz de reflejarlo Cassavetes. Y es que el director hace un cine eminentemente urbano, frenético, incansablemente intenso. La intro del film, nuevamente, magnífica: vemos a uno de los personajes (Seymour Moskovitz) vivir de su forma tan particular (en el trabajo y en el ocio), todo a ritmo vertiginoso y desde una proximidad propia del director, como si estuvieramos allí con él. Pero es que lo que sigue, con la conversación de la otra protagonista (Minnie Moore) con su amiga sobre cine, sobre el amor, sobre la vida, no anda a la zaga (se quedan plasmadas dudas como si con el paso de los años se pierde la capacidad de ilusionarse y enamorarse, comentarios de por qué en el cine todo es mucho más sencillo y además cómo nos predispone en nuestras creencias sobre la vida, amargas quejas sobre la amargura que trae la soledad y/o ausencia de sexo, etc.). Y para ahondar en el shock que nos provoca esa intensidad, a continuación la escena de celos de su amante, que no duda en pegarle por llegar tarde y borracha, más lo que se desarrolla con posterioridad. Resumiendo: cine de la hostia.

A partir de esta larga introducción es cuando se desarrollará la historia de anti-amor, o de amor poco convencional, entre Seymour y Minnie. No sin antes dejarnos brillantes momentos como la escena en el restaurante con Zelmo donde ante una afirmación de éste contesta "nací en las cataratas del Niágara, Nueva York" (que mi memoria remite a París, Texas, de Wim Wenders). Los personajes que muestra Cassavetes están despojados de ese halo de ejemplaridad o fascinación vacua que se da en la mayoría de films, aquí nos deja claro que las personas tienen sus formas de hacer y pensar totalmente imperfectas y aborrecibles o encantadoras según la mirada del observador, muchas veces rayando en la locura o neurosis. Porque la relación que se establece entre Minnie y Seymour es contradictoria, de sí pero no, primero hay que vencer a las apariencias y las convenciones (en un momento dado Minnie le recrimina que no es la cara con la que había soñado), en apenas unas horas de convivencia tortuosa se encuentran, alejan y reencuentran, dejando mientras tanto imágenes patéticas o maravillosas, matices y detalles de esta extraña conexión. Pienso, por ejemplo, en la forma en que usa Minnie esas gigantescas gafas de sol: cuando siente vergüenza (generalmente de su acompañante) y quiere esconderse, y de hecho en una escena soberbia, Seymour le recrimina que se las vaya a poner: en la cafetería, tras obeceder a sus impulsos y llamar a Seymour para que se reuna con él, con los helados, y la maravillosa sonrisa (de enamorada, de sentirse querida y por añadidura exultante) de Minnie cuando éste aparece. Antes de ello le recriminará que se toma demasiado en serio a sí misma y ella misma profundizará en su forma de vivir ("ya no sonrío", "a veces me cuesta respirar", "me siento sola"). Porque pese al ritmo frenético de sus personajes, no deja de ser un film eminentemente conversacional. Otra escena icónica, por partida doble, es la del aparcamiento, cuando tras un rifi-rafe se ponen a bailar la música que suena de la camioneta, por un lado, y después cuando Minnie se encuentra con unos conocidos burgueses y ésta, en su impulso, intenta evitar que la relacionen con Seymour. Por no mentar la escena de la canción: ejemplo de cómo ser romántico (y no ñoño) mostrando a dos enamorados cantar, por la verdad que transmiten.

El epílogo, con la reunión de las madres de ambos personajes (que en la vida real eran las madres de Gena Rowlands y John Cassavettes) sigue la línea del resto del film: resulta regocijante cómo la madre de Seymour intenta echar por tierra la boda de su hijo diciendo que es un bobo, vago, conformista, pobre, sordo, etc. y que Minnie es demasiado guapa para él. Toda la conversación, desde el inicio (cuando la madre de Seymour saluda primero a la madre de Minnie, y le comunica lo alta que es) hasta el final es excepcional.

La coda, enseñando cómo esta extraña y loca relación de personajes al margen de la sociedad llega a buen término, da lugar al óptimismo: el triunfo del amor por encima de todo. (Aunque claro, cómo dicen en el propio film, la vida no es tan fácil como en las películas, incluso en ésta).



Se le podría achacar falta de verosimilitud, demasiados ajetreo, etc. pero no se puede negar que es una gran obra de autor. Y como anécdota al margen del argumento, me quedó grabado el U-turn en la conducción.

Valoración: 8/10




PS. ¡Qué magnífica actriz es Gena Rowlands! ¡Ella sola rebosa la pantalla!

PS2. Detalles de cineasta: aparte de los planos cortos en las conversaciones, llama la atención cómo Cassavetes enfoca en muchas ocasiones al que escucha en lugar de al que habla en dichos intercambios verbales: como queriendonos hacer ver que muchas veces expresa (informa) más fijarse en quien en escucha en lugar de en quien habla.

domingo, 20 de octubre de 2019

Gloria, de John Cassavetes

Hay que tenerlos bien puestos para que en una película de suspense los protagonistas sean una mujer y un niño; personalmente arrugo la nariz cuando el protagonista es un infante en un film dirigido principalmente a adultos. En este caso la mujer Gloria, representada por la gigantesca actriz Gena Rowlands (además de musa de Cassavetes) llena la pantalla, y el niño chirría un poco; aunque bien es cierto que la historia está escrita alrededor de ellos y no podría darse sin ambos. No deja de ser una obra interesante por la acción y tensión que transmite y sobre todo por la manera característica de rodar del director (y la música empleada), con destellos de genialidad (el comienzo con el arte abstracto, la música lenta, la panorámica de la ciudad y la costarricense saliendo el autobus y llegando al edificio), aunque con quizá demasiados fallos de guión (el libro tan importante aparece y desaparece, demasiadas casualidades) y argumentalmente floja. Me da que fue un antojo de Cassavetes que quería ver a Gena de (anti)heroína, algo que por ejemplo también hizo Hal Hartley con Parker Posey en Fay Grim (con resultado decepcionante).

Antecede a El fugitivo, de Andrew Davis, en este tipo de films, aunque creo que no llega a la altura (en este caso en lugar de huir de la policía, lo hace de la mafia). Me temo que la relación que se establece entre Gloria y el niño no termina de cuajar. Mi opinión es: niños tan protagonistas en este tipo de películas es un poco meh. O tal vez sea que no me gustan los niños. Como diría la propia Gloria: "I hate kids, specially yours."




Valoración: 5,5/10

domingo, 13 de octubre de 2019

Noche y día, de Hong Sangsoo

Posiblemente sea el largo de Sangsoo más convencional -de los que he visto-, salvo por su duración (alrededor de 145 minutos), y el que menos me ha gustado, pero paradójicamente el que más perdura en mi memoria. El más sobrio y sólido, aunque lejos de la genialidad de otros de sus films. Quizá influya en mi valoración el que el protagonista principal no termina de llegarme como espectador, incluso diría que no logro empatizar con él, y que por momentos me aburre. La obra narra de las peripecias de Sung-nam en París (tras huir de EEUU, se nos dice, por miedo a que le encausen por haber fumado marihuana), una especie de Casanova à la coreana, que se ve envuelto en una relación de amistad/atracción/sexo/amor a tres bandas. Interesante cómo muestra cómo la comunidad de coreanos se agrupa, se relaciona y a veces se ayudan unos a otros, no obstante nuestro protagonista es un hombre independiente y solitario, que echa de menos a su mujer en Corea del Sur, se nos dice que un pintor de renombre en su país aunque en el film no le vemos tocar ni un mísero pincel. Vemos sus idas y venidas en la comunidad coreana de París, con episodios dramáticos como cuando conoce a una antigua novia suya (sobre todo por lo que sucederá después), la ciudad es un escenario pero también un protagonista, primero a través de su relación con Hyun-ju (familiar del tipo que le hospeda) y sobre todo con la compañera de piso de ésta Yu-jeong, de la que aparentemente se enamora perdidamente. Y es este triangulo amoroso el que ocupa la parte más interesante del film; ya que a Hyun-ju le gusta Sung-nam, pero éste está interesado en la "loca" Yu-jeong. La trama está muy elaborada y podemos llegar a preguntarnos si al conseguir por fin acostarse con ella el amor imparable se disipa. Es cierto que su mujer en Corea del Sur le dice a través de conversación telefónica (falsariamente) que está embarazada y éste decide volver a su país, no queda claro si por sentido de la responsabilidad o si por haber conseguido su objetivo. En caso de ser lo segundo (por lo que me inclino) no difiere tanto de un amorío de verano, ya que pese a las estrecheces económicas, podemos inclinarnos a pensar que Sung-man se encuentra como si estuviera de vacaciones. Las palabras, los sentimientos,  la complicidad, se ven relegados a un segundo plano. Ha habido sexo. Por fin: objetivo cumplido. Ya en su país hará como si nada hubiese sucedido y aceptará de buen grado el falso embarazo de su mujer.

Sin duda el personaje más atractivo del largometraje es el de Yu-jeong (y aquí podemos intuir ecos de Midori en Tokio Blues, la novela de Murakami), que vive una vida entre real e imaginaria; resulta chocante cuando nos enteramos (a través de las vivencias de Sung-nam) que no estudia Arte en la Universidad y que la tiraron por plagiar un proyecto; proyecto que antes se nos muestra es su gran motivo de orgullo. ¿Hasta qué punto es Yu-jeong consciente de su mentira? ¿O es cinismo? No lo creo, porque en todo momento vemos a una chica muy vivaz, espontánea, bella, etc. y sus sentimientos sí parecen verdaderos, ¿lo son?



Valoración: 6,5/10

domingo, 6 de octubre de 2019

Nobody’s Daughter Haewon, de Hong Sangsoo

Una chica que ya es mujer y su madre. La misma chica y un profesor de instituto. Una ruptura. Amor, celos, rumores, en una de las clásicas películas elípticas de Sangsoo que trata de mostrar, en síntesis, aspectos de las relaciones humanas, con esa atmósfera un tanto nebulosa, entre sueño y vigilia, típica del director. ¿Hasta qué punto llegamos a conocer a nuestra madre? ¿Una vez uno se hace adulto puede cambiar nuestra perspectiva de ella? Ante la marcha del país de la madre deciden visitar la escuela de su infancia, pasar los últimos momentos antes de su partida juntas, hacerse confesiones y valoraciones, dejar el testigo. En aquel lugar hay un motelito que es donde la protagonista se acostó por primera vez con uno de los profesores de la universidad y comenzó su relación sentimental. Sangsoo nos muestra momentos claves de ésta, así como lo quebrazida que puede ser una relación sentimental y cómo de insospechados y ridículos pueden ser los celos. Porque sentirse herido por la relación anterior de tu actual pareja (¿cómo pudo estar con ese pánfilo?) es rídiculo. Se llega al límite elástico de la relación y ya no hay vuelta atrás, por muy patéticos o desesperados que sean los intentos de recuperar los perdido. El final también parece reflejar la exhuberancia de la juventud; la protagonista tendrá tiempo para amar y tener encuentros, en cambio, ¿qué le quedará al profesor?



Valoración: 7,25/10